viernes, 29 de abril de 2011

La pasión de Cristo es mi pasión.

Hace ya unos tres años que visitamos las instalaciones de la Comisión Nacional de Televisión.
En aquel entonces, como parte de un trabajo amplio de investigación sobre las prospectivas de la televisión en Medellín, queríamos conocer de primera mano las impresiones del comisionado Ricardo Galán. Como buen corporado delegado del gobierno, nos hizo esperar un momento. De repente, apareció un caballero que de periodista cercano al ex -presidente Uribe, llegó al cargo como delegado del ejecutivo. (Su oficina, confortable, era coronada por una fotografía del ex – mandatario).
Cuando comenzamos nuestra entrevista, estructurada y con una abierta intención investigativa, sus respuestas, espontáneas y en ocasiones coloquiales, tan sólo sirvieron para verificar una hipótesis que se percibe sin poseer competencias teóricas en la función pública:
La CNTV es un órgano ajeno a las expectativas del televidente.
Nos quedó la impresión de unos juicios de valor que tal vez, solo tal vez, no venían al caso cuando la sociedad no se encuentra representada. El señor Galán era simpático en sus respuestas; incluso, cuando le preguntamos por la posibilidad de ejecutar cambios jurisprudenciales para favorecer económicamente los canales locales sin ánimo de lucro, respondió con seguridad “probablemente en unos días se aprueba la ley que beneficia el acceso de esos canales a su libre comercialización”. Hoy en día, Telemedellín, Televida y Canal U, deben ingeniar modelos de mercadeo que permita que los proyectos sean autosostenibles. El comisionado nos dijo una mentira blanca.
Su respuesta indicaba una sola cosa, muy a pesar de los pesares, la investigación académica en Colombia alrededor de la Televisión Pública, se queda atorada en los anaqueles de las universidades para ser consultadas cuando un profesor así lo indica. Para la Comisión Nacional, una investigación solo sería representativa si indicaba algún modelo de gestión de la misma. Por eso, hoy en día, incluso podemos ver cartillas, bien llamadas cartillas, que sirven para lo mismo que sirven las cartillas: aproximar. No tengo nada en contra de las cartillas, pero es hora de profundizar en temas de irregulares regulaciones.
El funcionamiento de la Comisión se concentra en cinco comisionados elegidos como representantes de la sociedad. Según el mismo Galán, “El sistema de elección de dos de los cinco comisionados se presta para mucha corrupción ” refiriéndose a el representante del gremio de la TV y el de las asociaciones de padres de familia, televidentes y universidades. (ver nota al pie con http de El espectador).
En eso, tiene toda, toda la razón. Yo en particular nunca conocí mi representante como televidente y cuando conocí el comisionado por las universidades lo conocí hablando de las bondades de un Canal Universitario Nacional (enfocado a esas cosas que llaman el “edu-entretenimiento”). Aquel octubre de 2006, un grupo de jefes de departamentos audiovisuales de varias universidades se pronunciaron en contra de crear otro canal público sin haber inventariado y aprendido de lecciones como las del canal U. Lo particular es que hoy en día varios de ellos tienen participación notable en el alto gobierno para toma de decisiones sobre el deber ser televisivo. Es decir, como siempre, algunos académicos, no están con la sociedad, están por encima de ella.
Eduardo Noriega, aquel comisionado de las universidades ganó la partida, y además, gracias a la gestión de la comisión, logró que los proyectos de interés públicos locales sin ánimo de lucro fueran resueltamente inviables. Los únicos canales que reciben aportes del Fondo para el Desarrollo de la Televisión son los regionales agremiados y aquellos de las asociaciones de canales comunitarios, que valga decirlo aquí también, son cooperativas de trabajo televisivo, sin comunidad. Algunas veces el castellano no debería ser tan maltratado.
Año tras año, los gastos de la comisión (esa que ya escribo con minúscula), supera varios, varios escandalosos miles de millones en una televisión que se enfoca a la transformación social cívica y las buenas costumbres educativas. Noten ustedes por ejemplo como Musinet es un programa realizado con aportes de dicho fondo. Aparece en sus créditos iniciales. De ser así, debería explicar Teleantioquia los indicadores de resultados de ese impacto de transformación en un programa de regular calidad; de ser mentira, el canal regional debería explicar por qué aparece aquel mensaje. ¿será un indicador de gestión?
Si me atrevo a hablar de calidad es por una razón muy simple, el mismo Consejo Nacional de Competitividad determina que toda industria que busca altos estándares de calidad debe cortar la brecha entre oferta y demanda. La televisión es una industria, así que aquellos libros que atrevidamente separan públicos por competencias se han equivocado garrafalmente. No puedo sustentar mi ausencia de audiencia en las faltas de destrezas narrativas del visionado. Televisión de calidad es la que es consumida y permite debatirla.

Si enumerara los desaciertos de la CNTV, este blog me quedaría corto. Es por eso que acorto camino afirmando que me identifico con la pasión con la que el senador Juan Fernando Cristo ha llevado en seis plenarias seguidas la ponencia para enterrar esta entidad. Pero así como el senador señala a la CNTV, también debemos comenzar a llamar a juicio a los expertólogos que por años se beneficiaron de ella con teorías absurdas sobre el enfoque y el efecto de los productos televisivos de interés público, social, educativo y cultural.

Mauricio V.

http://www.elespectador.com/impreso/articuloimpreso-220680-ex-comisionados-de-television-adminten-hay-fallas-cntv

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