miércoles, 31 de octubre de 2007

TELEVISIÓN DE CAPA CAÍDA

El siguiente es el texto publicado el pasado mes de septiembre en La Hoja, periódico que desde entonces cuenta con la colaboración de Mauricio Velásquez y su sección Pantalla Plana.



DESTACADO



Televisión de capa caída

¿Para qué esperar que me pongan un video si lo puedo ver en youtube.com? Los jóvenes de Medellín no se están identificando con su televisión. Los estudios lo demuestran

Los jóvenes cada vez la ven menos, parece estar de salida. Y nuestra televisión de interés público no seduce públicos, los está perdiendo. Eso dice el autor. Debate necesario

Por Mauricio Velásquez*

El ejercicio no es complicado. Hágase al lado de cualquier muchacho de 20 o menos años. Pregúntele qué programa de Teleantioquia, Telemedellín, Canal U, Televida o Cosmovisión ve regularmente, es decir, con cuál cumple religiosamente el ejercicio de ser televidente. La respuesta podría dejarlo preocupado, como a muchos, pero hoy, y como siempre, los sordos resultan ser los que hacen los programas de televisión.

En un mundo abocado sin remedio a la multimedialidad es necesario pensar la televisión una vez más para darnos cuenta que ya ni siquiera la palabra paradigma aparece para definir un dispositivo inacabado e indefinible. Hoy se enciende el televisor para poner una película en el reproductor de devedé, para jugar en el Play Station, para acompañarse y hasta para oír música, incluso algunos ven televisión en una pequeña ventana ofrecida por el computador cuando se está en Internet. Y eso es lo que hacen los pelaos.

¿Ha muerto la televisión? No necesariamente, solo que ese objeto inanimado pero mágico por sus principios electromagnéticos se convirtió en una entelequia tan fuerte como la moda. Pasó de electrodoméstico trasgresor y paradigmático a mueble accesorio y la revolución digital comenzada por el computador lo amenaza con caer en desuso.

¿Para qué esperar que me pongan un video si lo puedo ver en youtube.com? Los jóvenes de Medellín no se están identificando con su televisión. Los estudios así lo demuestran y la deserción es cada vez mayor.

Hace poco apareció la llamada primera ola del Estudio General de Medios: en Medellín tenemos un descenso del 1% de televidentes, de 1.920.000 pasamos a 1.909.200. ¿A dónde se fueron? ¿Quién se ha pronunciado? ¿A quién le importará? Por lo general cuando estas cifras aparecen, los canales introducen en una sola casilla el total de televidentes sin discriminar por grupos poblacionales de edad: a Fulanito lo vieron tantos más y a Zutanito lo vieron tantos menos.

Lo preocupante es que la opinión frente a la televisión pública en Medellín está en un punto de inflexión preocupante: la franja de los 18 a 24 años de edad disminuye a razón de un 4.7%. La lectura de esta disminución no es ni mucho menos descabellada. Los intereses lúdicos de los jóvenes llegan a su tope, se desplazan a otros lugares que reflejen sus intereses en contextos estéticos y emocionales, y terminan por abandonar como televidentes regulares la oferta local.

Y si a la deserción le sumamos que los comentarios aparecidos en los medios no son escritos por jóvenes o por alguien que los represente, pues podemos decir que a la televisión de nuestra región le queda de vida, la vida que le quede al último de los fanáticos de Serenata.

A partir de 1998, cuando aparece la televisión privada en Colombia, la Comisión Nacional de Televisión (CNTV) introduce unas definiciones variopintas para separar el deber ser de cada oferta, los canales públicos (sostenidos con el dinero de todos) y aquellos privados o mixtos con énfasis en televisión educativa y cultural comienzan a introducir un discurso poco constructivo y que muy pocos leen en su alcance.

Palabras más, palabras menos, ahora encontramos este tipo de discursos de los canales públicos: “sabemos que nosotros no somos masivos, que las preferencias del televidente giran en torno al entretenimiento, nosotros somos una alternativa más, lo que pasa es que el televidente de nosotros es diferente y busca cosas valiosas que lo acompañen en la construcción de su identidad y el rescate de sus valores”.

Esa afirmación es como para analizar paso a paso. Primero, al parecer ya reconocieron que el Coco de la televisión por cable ya no es tan Coco ni suntuario; que todos o casi todo el que es televidente tiene un sistema que le permite multiplicar su oferta.

Segundo, al parecer entretenimiento es algo que se aleja del uso público (incluso desde la definición que plantea la CNTV).

Tercero, al parecer por culpa de la superoferta, la televisión Educativa y Cultural en Colombia no está en la obligación de ser masiva; basta con que el Estado garantice la cobertura, si no es vista, no es su problema.

Cuarto, al parecer se necesita cierto grado de alfabetización para ver esta oferta. Al decir “nuestro televidente” hay una distinción e indica que hay televidentes mejores que otros. Y ¿qué estudio o investigación se ha hecho en Colombia sobre cualificación de televidencias? ¿Quién en nuestro país o en cualquier lugar del mundo puede decir qué televidente es mejor que otro? Aquí se han hecho varios estudios de percepción, no más.

El problema de fondo con este tipo de afirmaciones es que atentan contra un derecho que por ser derecho no se otorga. El Estado tiene la obligación de crear televisión para ser vista, oída y sobre todo acogida; no es un reto, es una obligación por los miles de millones de pesos que se invierten en ella. Esta frase no segmenta audiencias, segrega públicos.

El punto es que me quedó en punta la columna Tele crochet de Elkin Obregón, en La Hoja de julio. Comparto las ideas de sus amigos (“opinaron que la TV nuestra estaba en su peor momento”), pero discrepo con meter en el costal solo a lo “privado” (“Me atreví a disentir, aunque luego se supo que hablaban de los canales privados, y, en ese caso, tal vez llevan razón”). Vale la pena un análisis de profundidad porque la cosa se torna peliaguda para lo “público”.

Podrá decir Elkin muchas cosas con respecto a lo bueno que hay, (“…es preciso nombrar un canal estatal, Señal Colombia, que nos hace callar a los ácratas”) La reflexión es simple, los programas Culturama y La Sub30 son sin dudas lo mejor que se ha hecho por la televisión pública en años, pero no les alcanza por la misma complejidad del dispositivo televisivo que sentencia algo muy simple: ¡con bonito o bacano no alcanza!

Los de La Sub30 —programa muy favorito de varios pos30— y Culturama tienen que luchar con el estigma y el estereotipo de pertenecer por siempre jamás al epíteto de “educativos y culturales”, sinónimo por años de robo, baja calidad audiovisual y pobreza de contenidos. La tienen cuesta arriba por algo bien simple: iniciaron la faena sin el televidente. Algo así como preparar el mejor sancocho que se ha hecho en el barrio, sin el barrio. Y todos sabemos a que sabe el sancocho frío.

Cuando se lanza un producto, así sea cultural, se deben manejar expectativas de impacto para su consumo. Sí, ¡consumo!

Por cierto, que jartera la construcción de paradigmas humanísticos al nombrar al simple televidente “espectador”, “consumidor” o “ciudadano”. El televidente es televidente. Tenemos que volver a algo tan básico como complejo para entenderlo.

El 17 de julio, en la tertulia ¿Cuál imagen de país nos fabrican los medios de comunicación? —del ciclo organizado por La Hoja y el Colombo Americano—, el crítico Ómar Rincón, quien antes que teórico es televidente, decía que no hay televisión en el país que lo represente como nación, hay una imagen que lo vende: “somos un chiste flojo de Sábados Felices o personajes para documental de Señal Colombia”.

Lo bueno de oír otra vez a Ómar Rincón es que se ratifica que la televisión pública, en especial Señal Colombia, es “una imagen fragmentada que convoca a los bogotanos y que sin duda no refleja lo que somos”. Además la inteligencia de algunos contenidos y conductores es grosera, no invita sino que mira con desprecio al que no sabe, no lo convoca, no lo conduce y no lo seduce. El problema es que en este país algunos pocos aplaudan esa segregación y después hablen de segmentación. En fin, amanecerá y veremos…televisión.

*Maestro en artes plásticas. Profesor, investigador y realizador de televisión. Director del programa Un Gran Escenario (Telemedellín). Desde esta edición tendrá una columna en La Hoja acerca de medios de comunicación. Su blog: www.elcajonteve.blogspot.com


martes, 24 de julio de 2007

Omar Rincón habla de la imagen de País que nos fabrican los medios.

Colombia “chévere”

Definitivamente podríamos decir que Omar Rincón como “comentarista” televisivo equivale a un rock star: Lleno total y con tanto público como Diana Uribe, Antonio Caballero U2 o Madonna…u otros a los que valdría la pena ver y oír.

De entrada somos confesos admiradores de su discurso, ameno, empalagoso y como el mismo diría “lobo”. Fascina que la persona con más y mejores argumentos para decir por qué vemos o no vemos televisión pública, por qué vemos o no vemos Los Soprano, por qué la televisión nos ha vuelto así y por qué hemos vuelto así la televisión, sea el más humilde comentarista. Ha ido eludiendo adjetivos que lo volvían sujeto; de “experto” pasó a “investigador” y de “crítico” a “comentarista”.

Nos encanta éste último porque lo pone en el firmamento de Carlos Antonio, Adolfo y Javier, como quien dice ¡lobo!

Los asistentes, en su mayoría también fieles de su discurso “chévere”, se fueron acomodando a la espera del suculento truculento panorama que podría armar con respecto a la temática de este nuevo ciclo propuesto por La Hoja y ahora con el concurso del Colombo Americano

Imagen y Semejanza, ¿Cuál imagen de país nos fabrican los medios de comunicación? Esa era la pregunta…

…vale la pena decir que resuelta por todos en etapas previas pero sin las referencias que íbamos a encontrar en él. Porque hay que decirlo, Omar Rincón no dijo nada que no sepamos, simplemente les dio un contexto de sociología y antropología “chévere”, como dirían en el altiplano.

Comenzó por citar un admirado de siempre, Levi Strauss, quien según Rincón afirmaba que “la identidad cultural no es una esencia sino un lugar virtual que se constituye.” y confirmó el arranque con Renato Ortiz, quien al parecer decía “la identidad es una producción histórica y obedece a la verosimilitud”. Dos conceptos que lo llevaban a confirmar su argumento de que a los colombianos nos toca inventarnos cosas para tener que referirnos a algo en común.

Cuando comenzó a decir quiénes somos gracias a los medios (y en especial a la televisión), sólo una imagen pudo resumir el bombardeo de fenotipos que nos conforman: ¡Somos una colcha de retazos! Así que me limitaré a hacer un copy + paste de su discurso a esta pantalla.

A continuación enumero lo que somos según Omar y otros más…no es un breve compendio; es más, creo que la lista la debería revisar Señal Colombia para que de una vez entendiera Lo Que Somos.

Según Vallejo y Aguirre somos malos

Según “Colombia es Pasión” somos Buenos

Según los Colombianólogos somos violentos.

Según los industriales (o Nicanor) somos invisibles

Según Pascual Gaviria somos “eruditos” porque nos han hecho daño los eruditos.

Según Omar Rincón somos populares y felices, pues no hay nadie tan nacional como el que representa lo popular.

….

Somos cama desde Bolívar y Manuelita;

Somos una constitución de pedacitos desde Santander;

Somos únicos pero no colectivos porque así nos miran de afuera;

Somos Guerra, Goles y Glúteos porque según Héctor Abad así nos pintan los noticieros; Somos feudales porque elegimos a Uribe como presidente;

Somos Águila, Pielroja y Chocolatinas Jet.

Somos costeños porque las tres grandes fiestas son costeñas;

Somos reinado, carnaval y festival vallenato;

Somos nación novela; somos Café, Betty, Escalona, Escamosos y Gavilanes; por ellas somos joyitas, escamosos, inútiles y pobres.

Somos un país de fusión, un país de risa y un país de realities.

Somos un país de farándula porque las buenas noticias son las del entretenimiento; Somos una nación cultural por la retórica de lo pluricultural de la televisión inteligente.

Colombia marcha, Colombia grita, Colombia habla; a Colombia no le gusta el rock; Ahora somos el país sujeto…sujeto y extraño hasta para los colombianos.

Colombia es vida.

¡Viva Colombia!

Como quien dice, cualquier parecido con la realidad de la pantalla es pura casualidad.

Bienvenida y bien recibida la conferencia de don Omar.





Sesión de Hemeroteca.

Periódicamente estaremos entregando el copy + paste de artículos virtuales o impresos sobre temáticas televisivas; en algunos estaremos haciendo reflexiones al margen (como a continuación sucede) pues el contexto de televisión pública en Colombia es mal-entendido, mal-interpretado y mal-usado. Recordamos que la legislación colombiana sobre la televisión habla del espacio electromagnético como “…propiedad del estado”, y diferencia la televisión de interés público entre “comercial” y “pública”

9 de Julio de 2007.

Una mirada a la Televisión Pública en el mundo.

Revista FUENTES, Publicación mensual publicada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia, y la Cultura.

Número 118 / diciembre de 1999.

Pag 4.

Una mirada a la televisión pública en el mundo.

La reflexión que hace Ann-Louise Martin acerca de la televisión pública (o al servicio de la comunidad desde el estado o, al servicio del estado desde el estado con aportes de la comunidad) es sobre la increíble proliferación de cadenas privadas que la han ido acompañando. En el artículo encontramos unas líneas que manifiestan la encrucijada actual de los medios de servicio público, pues anota que lo hertziano representa la caducidad de un medio agobiado por la instalación del satélite al servicio de lo pluricultural. Analizando esta parte entendemos que la urgencia satelital no es una medida de parafernalias técnicas pretenciosas. Una cadena que propenda por los vínculos identatarios sobre el folclor y las costumbres de una comunidad, es necesario rodearla de otras latitudes para no caer en una endocultura que la lleve a mirarse constantemente desde y para adentro. “Además de la risa, los sueños y el conocimiento, la televisión también genera un sentimiento de pertenencia a una comunidad”.

Según Yuri Jilvchevski, de la asociación internacional de cultura y desarrollo de Moscú “El satélite lo ha alterado todo: la televisión hertziana era nacional, la satelital es transfronteriza”

También se anota que la redefinición de las políticas de la televisión pública tiene opciones que las validan o invalidan de acuerdo a los recursos creativos que a ellas se incorporen. En ese sentido países como Gran –bretaña, Francia e Italia salen bien librados por la oferta publica en contrapartida a sus nuevos pares privados, pero su talón de Aquiles radica en que su estrategia ha sido llenarse de más comerciales y crear formatos y contenidos muy similares a los de las cadenas privadas, lo cual causa inquietudes en algunos anunciantes que buscan opciones frescas de programación, algo así como “…si usted me ofrece lo mismo que los demás dónde radica su diferencia”, en definitiva toda una paradoja, la televisión de la actualidad obedece a lógicas mercantiles y comerciales. Por ello, según Marc Raboy, debe potenciarse el modelo que permite que la televisión pública se beneficie de los ingresos de la televisión comercial, sin embargo se debe depurar, limpiar y cambiar los paradigmas de la televisión de servicio público, pues en países del tercer mundo la torta burocrática y sus consecuentes pedazos de corrupción hacen de ella un fracaso constante.

Anota el mismo artículo que la televisión de hoy es esencialmente democrática porque ya no está al servicio de una sola condición de uso “existe una diferencia entre la televisión del estado, la televisión de servicio publico y la televisión comercial y privada”.

Vale la pena visitar www.article19.uk, donde la UNESCO ha elaborado entre otras recomendaciones; el artículo 19, por ejemplo, dice:

El servicio público radiotelevisado debe financiarse de forma que proteja al emisor de cualquier amenaza sobre su presupuesto.


Noticas (recientes) al margen del asunto


Para tener en cuenta.

"El superávit que manejan RCN y Caracol en términos financieros es visiblemente muy superior al resto de la oferta televisiva pública del País, pues, según el EGM, los canales privados de Colombia acaparaban en el 2005 el 97% de la audiencia (medida como habito); esto, sumado a la venta de producciones, guiones y otros servicios audiovisuales, representa una garantía de autonomía para el desarrollo de proyectos y contenidos".

Gerente /Febrero de 2006/La Guerra del Rating en la TV.


Para caer en cuenta.

"En contrapartida al crecimiento de la oferta privada, la televisión de interés público tiene que lidiar con la crisis que se incrementa día a día:

En 1999 su audiencia según fuentes del EGM era del 84,3% cayendo al 29,9% en 2005."

Opera/citada


Para seguir pagando la cuenta.

"Según el EGM publicado hace poco más de un mes, en Medellín tenemos un descenso del 1% de televidentes, de 1´920.000 pasamos a 1´909.200."

El Colombiano/ Julio 1 2007


Ahhhhh, por cierto:

¿A dónde se fueron?

¿Quién se ha pronunciado?

¿A quién le importará?

¿Quién dirá algo al respecto?



miércoles, 11 de julio de 2007

Sesión de Hemeroteca (Revistero I). Una mirada a la Televisión Pública en el mundo.

Sesión de Hemeroteca.

Periódicamente estaremos entregando el copy + paste de artículos virtuales o impresos sobre temáticas televisivas; en algunos estaremos haciendo reflexiones al margen (como a continuación sucede) pues el contexto de televisión pública en Colombia es mal-entendido, mal-interpretado y mal-usado. Recordamos que la legislación colombiana sobre la televisión habla del espacio electromagnético como “…propiedad del estado”, y diferencia la televisión entre “comercial” y de “interés público”

9 de Julio de 2007.

Una mirada a la Televisión Pública en el mundo.

Revista FUENTES, Publicación mensual publicada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia, y la Cultura.

Número 118 / diciembre de 1999.

Pag 4.

Una mirada a la televisión pública en el mundo.

La reflexión que hace Ann-Louise Martin acerca de la televisión pública (o al servicio de la comunidad desde el estado o, al servicio del estado desde el estado con aportes de la comunidad) es sobre la increíble proliferación de cadenas privadas que la han ido acompañando. En el artículo encontramos unas líneas que manifiestan la encrucijada actual de los medios de servicio público, pues anota que lo hertziano representa la caducidad de un medio agobiado por la instalación del satélite al servicio de lo pluricultural. Analizando esta parte entendemos que la urgencia satelital no es una medida de parafernalias técnicas pretenciosas. Una cadena que propenda por los vínculos identatarios sobre el folclor y las costumbres de una comunidad, es necesario rodearla de otras latitudes para no caer en una endocultura que la lleve a mirarse constantemente desde y para adentro. “Además de la risa, los sueños y el conocimiento, la televisión también genera un sentimiento de pertenencia a una comunidad”.

Según Yuri Jilvchevski, de la asociación internacional de cultura y desarrollo de Moscú “El satélite lo ha alterado todo: la televisión hertziana era nacional, la satelital es transfronteriza”

También se anota que la redefinición de las políticas de la televisión pública tiene opciones que las validan o invalidan de acuerdo a los recursos creativos que a ellas se incorporen. En ese sentido países como Gran –bretaña, Francia e Italia salen bien librados por la oferta publica en contrapartida a sus nuevos pares privados, pero su talón de Aquiles radica en que su estrategia ha sido llenarse de más comerciales y crear formatos y contenidos muy similares a los de las cadenas privadas, lo cual causa inquietudes en algunos anunciantes que buscan opciones frescas de programación, algo así como “…si usted me ofrece lo mismo que los demás dónde radica su diferencia”, en definitiva toda una paradoja, la televisión de la actualidad obedece a lógicas mercantiles y comerciales. Por ello, según Marc Raboy, debe potenciarse el modelo que permite que la televisión pública se beneficie de los ingresos de la televisión comercial, sin embargo se debe depurar, limpiar y cambiar los paradigmas de la televisión de servicio público, pues en países del tercer mundo la torta burocrática y sus consecuentes pedazos de corrupción hacen de ella un fracaso constante.

Anota el mismo artículo que la televisión de hoy es esencialmente democrática porque ya no está al servicio de una sola condición de uso “existe una diferencia entre la televisión del estado, la televisión de servicio publico y la televisión comercial y privada”.

Vale la pena visitar www.article19.uk, donde la UNESCO ha elaborado entre otras recomendaciones; el artículo 19, por ejemplo, dice:

El servicio público radiotelevisado debe financiarse de forma que proteja al emisor de cualquier amenaza sobre su presupuesto.


Noticas (recientes) al margen del asunto


Para tener en cuenta.

"El superávit que manejan RCN y Caracol en términos financieros es visiblemente muy superior al resto de la oferta televisiva pública del País, pues, según el EGM, los canales privados de Colombia acaparaban en el 2005 el 97% de la audiencia (medida como habito); esto, sumado a la venta de producciones, guiones y otros servicios audiovisuales, representa una garantía de autonomía para el desarrollo de proyectos y contenidos".

Gerente /Febrero de 2006/La Guerra del Rating en la TV.


Para caer en cuenta.

"En contrapartida al crecimiento de la oferta privada, la televisión de interés público tiene que lidiar con la crisis que se incrementa día a día:

En 1999 su audiencia según fuentes del EGM era del 84,3% cayendo al 29,9% en 2005."

Opera/citada


Para seguir pagando la cuenta.

"Según el EGM publicado hace poco más de un mes, en Medellín tenemos un descenso del 1% de televidentes, de 1´920.000 pasamos a 1´909.200."

El Colombiano/ Julio 1 2007


Ahhhhh, por cierto:

¿A dónde se fueron?

¿Quién se ha pronunciado?

¿A quién le importará?

¿Quién dirá algo al respecto?


martes, 3 de julio de 2007

Lo que piensan de la TV. algunos que "saben" de Comunicación Pública.

Advertimos el uso del no uso de comillas para no comprometer con un falso enunciado lo que a pesar de esta advertencia nos quedó bien claro


El pasado jueves 28 de junio asistimos por primera vez al conversatorio Hablemos de Medellín, un espacio de formación de opinión pública. De entrada nos sentimos como algunos personajes de nuestro adorado cajón: ¡en el lugar equivocado! Y hay que decirlo, muy a pesar de sentirnos seducidos por el tema:

Construcción de ciudadanía: Compromisos desde la información y la opinión pública.


6:26 p.m.

El fenotipo de los asistentes al recinto nos confirmó que los compromisos que se asumen como ciudadanos para la construcción de ciudadanías no parece asunto de jóvenes, quienes como siempre, después pagamos los platos rotos de aquello que los adultos (algunos mayores) deliberan sobre tan importantes temáticas públicas.


6:35 p.m.

La introducción, bastante precisa y que confirmaba de forma clara la razón por la que asistíamos, estuvo a cargo de Gonzalo Medina, quien de manera franca encauzó la participación con una intervención que le indicaba a todos no hablar sobre temas por fuera del contexto y el motivo del foro; advirtió en especial acerca de los peligros que corren los argumentos y los debates de caer en el lugar común de las palabras y los conceptos repetidos, también nos invitó a celebrar este tipo de espacios aún amparados en lo que él mismo llamaba la novedad del concepto de ciudadanía, algo tan gaseoso como la democracia, pues aún no es entendido de la mejor manera el mecanismo, (si acaso existe), para la participación y la formación de una opinión pública. Acto seguido y con la mejor intención, enumeró algunas preguntas que, a nuestro juicio, también estaban en la situación de los personajes de aquellos comerciales de Davivienda.


¿Es posible seguir apelando a los principios que han regido la relación de los medios y la sociedad?

¿Cuál es la naturaleza de los medios para que incidan a su manera en la formación de opinión publica?

¿Siguen estando los medios al servicio de algunos círculos de poder?

¿Es posible hablar de opinión pública para la construcción de una ciudadanía responsable?

¿Cuál es el papel de esos ciudadanos responsables?


En lo personal, creeríamos que nadie, con excepción de dos mujeres bastante ofendidas con los usos y abusos de los medios locales para vetar propuestas, escucharon la cartografía que inteligentemente don Gonzalo había trazado.


6:40 p.m.

La intervención de Mónica Guarín, gerente de Comunicación Pública y Vida de la gobernación de Antioquia se puede resumir básicamente en los siguientes aspectos.

El primero, la exposición típica en Power Point del funcionario público que asegura que las cosas están mejor de lo que estaban antes. Haciendo caso omiso de la advertencia de don Gonzalo, habló plantilla a plantilla de lo benéfico que ha sido para la Gobernación el haber entendido que la comunicación no era limitarse a los contextos de información y prensa, que para ello trabajaron en la organización de la casa para que, desde adentro, se propiciara a una reflexión alrededor de su copy (slogan político en este caso) Antioquia un Lugar para la vida, donde la palabra Equidad jugaría un papel importantísimo y de primer orden como motivo para la creación de la gerencia de Comunicación Publica. Explicó cómo abogaron en el ente gubernamental para construir flujos de relación con el ciudadano para cualificarlo antes que entenderlo, explicó de qué manera esos mecanismos fueron pensados en términos de encontrar mecanismos para los ciudadanos a favor de la equidad, buscando espacios para el diálogo gobierno-ciudadanos para conocer las demandas de los últimos. Ayudaban así estos mecanismos por algo que se ha vuelto un reiterado cliché de políticas públicas: ¡hagamos entre todos!

Pues de alguna manera nos encontrábamos en un punto donde la construcción de lo público sólo era posible a través de la movilización social.


6: 55 p.m.

De manera cordial y vehemente Gonzalo Medina le pidió a la funcionaria acelerar su ponencia pues los trece minutos que se le asignaron expiraban.

Entonces ocurrió algo inaudito, apuró el paso de sus plantillas de Power Point y consciente o inconscientemente pasó de largo por una página donde se esbozaba “La Participación” terminando de exponer los logros al interior de su gerencia de las políticas públicas de la administración departamental para trabajar con la comunidad, sin explicar sus mecanismos.



6: 59 p.m.

El siguiente ponente fue Luis Obando López, director de Opinión Pública del Instituto Popular de Capacitación. Quien dijo cosas bastante interesantes alrededor de un universo informativo público utópico; habló de que el ciudadano no renuncia a su participación ni la delega, y que el compromiso cuando se es ciudadano es de construcción y solidaridad colectiva, afirmando también que la pobreza es proporcional al bajo ejercicio de ciudadanía. Estos tres conceptos nos llevaron a pensar que estaba familiarizado con la ciudadanía de otro lugar geográfico que no conocemos, o que se quería poner a tono y a la par con los asistentes para sentirse ciudadano del común (como sabemos estos expertos llaman a sus pares). Remató con una aseveración bastante enarbolada: La comunicación es un acto de justicia porque administra equitativamente la información. No sabemos en qué lugar dentro y fuera de esta galaxia sucede, pero de que suena bonito ¡suena bonito!


7: 22 p.m.

Jorge Iván Bonilla Vélez, Docente universitario respaldado por un currículo académico sin discusión fue, a nuestro parecer, el que pagó la boleta así fuera gratuita. Don Jorge dijo cosas ajustadas al papel y al momento, sin alardes de conferenciante primerizo, es decir, fue el único que no cayó en aquello que advirtió don Gonzalo, además fue valiente al debatir sus pares del panel, quienes se veían entusiasmados con sus palabras sin entender que los estaban cuestionando. Sus argumentos discutían cosas puntuales como ¿Cuándo pasamos de la propaganda a la información? Advirtiendo en ese aspecto que las entidades públicas usan los medios como formas estratégicas para mostrar los aspectos “positivos”, entonces volvía a preguntar ¿Cuál es la Información útil? y ¿Quién produce información hoy? Aduciendo que en la actualidad hay muchos medios para muy pocos oyentes, para muy pocos lectores y para muy pocos televidentes.

El periodista era el único que producía información, pero no hemos tenido los ojos para

leer que se está erosionando este beneficio de exclusividad por culpa de la oferta

democrática multimedial. Así que su pregunta era ¿Cómo proyectar en la sociedad

asuntos de intereses compartidos?



7: 32 p.m.

Fue el momento del debate, aquel lugar donde la gente hace preguntas después de una exposición de hasta diez minutos que demuestran que les gusta la plaza pública y que también les habría gustado dictar cátedra en cualquier tema. Después de un primer participante que en definitiva equivocó el lugar de la pregunta (“¿por qué el gobernador se ha olvidado de Medellín?”), tuvimos tiempo para un sin fin de otras ponencias, hasta que por fin pudimos hacer nuestra pregunta con el apuro consecuente: ¿Cuál creen ustedes que sea el futuro de la televisión de interés publico local, concretamente Teleantioquia, Telemedellín y Canal U? Nuestra pregunta fue enmarcada en dos hallazgos que hemos obtenido de nuestros diagnósticos previos: Se piensa Por no En el televidente y no Segmentamos Audiencias, Segregamos públicos, algo bastante peligroso en las políticas públicas de medios públicos. Ninguno reflexionó o contestó nuestra inquietud, sólo Jorge Iván Bonilla dijo algo coherente con respecto a ella: ¡Crisis!

Es lo que vivimos en la actualidad y lo que tendremos que analizar para salir de ella.

Las respuestas de Mónica Guarín y Luis Obando eran en apariencia una maravillosa muestra de sabemos de lo que están hablando pero en realidad no nos importa.


A los canales de televisión no les queda otra salida que seguir mejorando no es una respuesta para aquello que queríamos señalar, esa frase no es más que un bonito eufemismo equivalente a ese que estipula que si el Estado garantiza la cobertura de la televisión de interés publico ya es pública. Mónica Guarín se desvió tanto y de tal forma que da pena que un funcionario confunda la información y los comunicados de una entidad publica con Comunicación pública. Aunque sabemos que este trabajo apenas inicia hay que ser honestos al decir que la crisis de participación ciudadana y la construcción de la misma no son un referente y ni siquiera un renglón en la televisión local.

Sabemos que Guarín no es gerente en propiedad de la sociedad Teleantioquia, pero sabemos que hace parte de su Junta Directiva y que los programas televisivos de la Gobernación, los cuales ella representa, fueron recientemente evaluados en su formato siendo literalmente rajados por poco atractivos para el comportamiento de las nuevas televidencias (aquellas que los funcionarios como ella desconocen por otorgarles un simple número en un cuadro estadístico).

Luis Obando, después de una vehemente defensa del televidente, aseguró que el televidente debe dejar de ser entendido como consumidor y debe ser entendido como ciudadano (manoseando un concepto que lleva más de seis años de revisión) cayendo en el lugar común de repetir cosas que ya hemos oído. Decirle al televidente ciudadano no le otorga un estatus o un renglón superior a partir de denigrar el consumismo, si así fueran las cosas todos viviríamos en una cueva y el cable sería para colgar la ropa en el patio. Volvemos a repetirlo: ¡El televidente es televidente!

Lo peor fue que se puso a la defensiva otorgándole a algunos participantes de las preguntas la categoría de reaccionarios al llamarlos a juicio y decirles que “es una grosería atacar y criticar sin ser propositivos”, lo sorprendente fue que los llamó a participar creativamente… ¿¿¿¿¿¿¿???????

...¡Quíen aún piensa que la crisis de la TV. de interés público en nuestro país es por falta de creatividad vive en el país en el que vive Luis Obando!, Replay: ¡no sabemos cuál es!.

No hace falta repetir nuestro artículo anterior para contarles cómo funciona la televisión de interés publico en nuestra ciudad, pero sí queremos ratificar que existen unas personas que supuestamente saben de televisión y que supuestamente conocen al televidente, esos son los supuestos creativos de nuestra televisión.

Nuestra conclusión final sobre tan interesante foro, es que la construcción de la ciudadanía convoca a cualquiera menos a aquellos que no sentimos interés por la televisión de interés publico (ya consultamos varias acciones legitimas al respecto para próximos foros), lo peor es que con ello respaldamos el argumento de aquellos que hacen cualquier cosa para crear políticas públicas de participación, pues ésta no existe, es gaseosa, pero para nuestra alegría atomizada, y ya pusimos la olla a presión a funcionar. Lástima que no hubiera más jóvenes como la niña de la primera fila que reclamó por la porquería de televisión que le están ofreciendo y que dan verguenza!


Próxima convocatoria de elcajonajonteve: Julio 17, Imagen y semejanza, foro de la Hoja con la participación de Omar Rincón donde se tocará el tema de ¿cuál imagen de país nos fabrican los medios de comunicación?

Amanecerá y veremos…televisión!

lunes, 25 de junio de 2007

Lo bonito de hacer televisión de interés público (3x+2y=0 no siempre es una Recta)

Desde hace algunos días hemos recogido varios conceptos y opiniones sobre la temática que estamos elaborando. Hay una pregunta reiterada: ¿de qué están hablando ustedes finalmente? Y hay una afirmación constante: ¡ustedes están equivocando el sustento de su hipótesis! Esto se debe tal vez al constante uso de sufijos y prefijos con los que amarramos nuestros contextos, los cuales, reconocemos, terminan en ocasiones por dispersar el sentido.

Así que decidimos responder a estos nutridos y fundamentales contrapunteos con un texto que podría resumir la búsqueda de elcajonteve.

Nuestro punto fundamental, en definitiva, es el espectador de la televisión pública, por qué, pues a él se le está entregando un producto aparentemente acorde a sus necesidades. Nuestro cuestionamiento: Quién o quiénes, cómo y cuándo han preguntado las necesidades del televidente en un marco coherente a sus aprehensiones psico-afectivas del gusto y su búsqueda de un uso personalizado de la televisión (entretenimiento, información, formación)?.

En la última conversación que sostuvimos con respecto a la elaboración de las narrativas audiovisuales independientes (¡democracia at last!), nos vimos en la engorrosa necesidad de aterrizar las dichas. Explicamos cuál es el pecado mortal de la televisión de interés público frente a sus espectadores y cuál es el venial de los colectivos audiovisuales independientes frente a sus intereses. Este último lo expondremos próximamente.

Empecemos entonces por el primero de los pecados en su dinámica simple:

La televisión de interés público funciona de la siguiente manera.

Un grupo reducido de personas (programadores/productores/directores/ ejecutivos/investigadores) tantean que el televidente debe ser informado/educado sobre tal o cual tema. Llaman a otro grupo reducido (aun más) de personas (realizadores/sub-productores) quienes dilucidan un formato de televisión a partir de un contenido dado. Desarrollan algo llamado piloto, una muestra gratis donde se analiza el video en cuestión para aprobar la futura ejecución de un presupuesto y en el cual se desarrolla una temática con un trasfondo visual sustentado en la estética de un formato y su validez como producto masivo de entretenimiento. El piloto posee en ocasiones dos laboratorios de Grupo focal (o Focus Group como les gusta decir a los investigadores del cajón). Uno (el más usado) es el de un grupo de expertos compuesto por programadores/productores/directores, ejecutivos/investigadores y realizadores/sub-productotes, es decir, los anteriormente expuestos como involucrados en la elaboración del producto. El segundo, un grupo conformado por gente muy mal llamada del “común”, “televidentes naturales” o “no experta”, a quienes someten al ejercicio de asimilar el producto. Ambos frentes, ambas vías, están equivocadas en el resultado, pues éste paradójicamente es de una obviedad irrefutable.

En el primer grupo, los expertos, en su mayoría dedicados a trabajo de oficina con escasos o nulos estudios sobre entornos sociales y que se denominan interventores, juzgan bajo sus propias aprehensiones lúdicas y afectivas, estéticas y emocionales, pero sobre todo contractuales, para que el producto responda a lo que el televidente debe/necesita saber de tal o cual forma. Hacen correcciones al realizador (que ya no es otra cosa que un ejecutante de proyectos con plantilla) quien entrega en pocos días el ideal de producto que según los expertos, el televidente necesita de acuerdo con algunos parámetros comunicacionales.

En el segundo caso, el grupo focal de clientes desprevenidos, “no expertos”, son literalmente evaluados con un cuestionario que responden al amparo de un cliché que previamente hemos institucionalizado: “los colombianos necesitamos más televisión educativa y cultural”, en ese caso, cada espectador primario está respondiendo sin parámetros de juicio real, pues el contexto televisivo se convierte en un ejercicio de lecto-escritura donde cada televidente, en últimas, ya no decide si algo es bueno o es malo, si le gusta o no, sino que analiza contextos que lo comprometen incluso en su grado de alfabetización. La razón es muy simple: ¡el grado de dispersión no es analizado!, pues el televidente invitado debe atender de manera obligada a la propuesta que se le hace sin la opción obvia que tendría el cambiar de canal, ir al baño, apagar el televisor, comer algo, contestar el teléfono, ver una película o jugar un video juego.

De los resultados de estos grupos focales se deriva una decisión, aquella que genera una plantilla o “manual de estilo”, de donde se copiará al carbón cada programa, considerado de antemano como de alto impacto social y pertinente para la construcción de ciudadanías culturales y académicas. El proyecto es ejecutado en todo o en parte dependiendo, primero, de las necesidades de autopromoción de una entidad gubernamental o no gubernamental, y segundo, de las necesidades de relleno que las áreas de programación que cada canal tenga. Y luego:

  1. Se puede comenzar a emitir aun sin haberse terminado de producir
  2. Se puede producir en tiempo record para su posterior emisión.

Las dos opciones son por igual equivocadas. La primera pone a los realizadores en carrera contrarreloj a ejecutar los proyectos, lo cual deriva en pérdida sustancial y paulatina de la calidad entrega tras entrega. La segunda es hecha en tiempo record, y cuando se encuentra un error, una discrepancia o un rechazo de televidencias, poco o nada se puede hacer. El presupuesto ha sido ejecutado.

Una vez comienza a ser emitido, los resultados se tabulan de la siguiente manera: Fulanito, amigo de un camarógrafo, y/o zutanito, hermano del jefe de producción, y/o peranito, novio o novia de el director o directora, dicen que les gustó el programa. Entonces se entiende que el programa posee un éxito moderado. Dongo escribe sobre el programa Morondongo en algún periódico local diciendo que “es un programa que vale la pena ver” (Revisen estos artículos, generalmente están redactados por la comunicadora de Morondongo). Entonces se afianza y reafirma el total respaldo a la propuesta. Más tarde, dos o tres, a veces quince, televidentes escriben a un correo electrónico o llaman a una línea gratuita diciendo que les gusta mucho el programa. Entonces el aplausómetro alcanza medidas gratificantes para el good will y el sostenimiento de la marca.

Después viene la tormenta, aparecen las mediciones contratadas de Ibope a través de su People Metter por otras programadoras/productoras o el Estudio General de Medios, donde la realidad es que la propuesta que se ha llamado Morondongo no es vista ni por una treintaidosava (1/32) parte de lo que se pensaba. Es allí donde surge aquel discurso que resulta altamente peligroso:

“Sí claro, nosotros sabemos que ante tal magnitud en la oferta televisiva y la aparición de tantas posibilidades, el televidente tiene la opción de escoger, accede a todas las alternativas por igual, nosotros somos una alternativa más, lo que pasa es que nuestro televidente es un televidente que busca una opción diferente para su educación y su acercamiento a la cultura…”

Es en esta última parte del enunciado donde está aquello que queremos señalar, pues la televisión de interés público, de la cual somos dueños por los miles de millones de pesos que pagamos anualmente en impuestos y aportes, al parecer no es para todos, no es segmentada, es segregada, (introduce un factor de televidente diferenciado considerando a un espectador mejor que otro) y no propicia el acercamiento masivo a sus propuestas por varias razones. La primera, por el estigma que como televidentes poseemos de su oferta, pues por años hemos creído que toda propuesta educativa y cultural es aburrida. El entretenimiento no es necesariamente un mecanismo para cercenar el raciocinio, es simplemente el fundamento lúdico y afectivo que nos lleva a todos a acercarnos al televisor para recibir un masaje/mensaje; (y al parecer los encargados de proponer desde la televisión de interés público le tienen pánico a la palabra entretenimiento y su contexto, o peor, no saben su uso). La segunda, algunas formas se han convertido en fórmulas reiteradas que entendemos como exitosas por su aceptación cinco, diez y hasta veinte años antes, y seguimos creyendo que el televidente no se ha alfabetizado visualmente con otras formas. La tercera, las propuestas de interés público educativas y culturales con un alto nivel de innovación no son masivas porque simplemente a los productores y programadores no les interesa o preocupa, ya que el término masivo se acuñó comodamente y por ley a la cobertura de las señales, con lo cual se lavan las manos al decir que todo el público tiene acceso a él, pero ¿dónde queda el que no lo vean?

La solución no la tenemos aun, para eso proponemos una profunda reflexión de nuestro saturado entorno televisivo, pues sólo entendiendo el lugar de la emisión sabremos que el televidente no es hoy, ni consumidor, ni ciudadano, ni espectador: es televidente.

Y eso, nos lleva a un profundo análisis del medio como dispositivo inacabado y que cada vez más, debe ser revisado.

Coda

I. En Pulp Fiction, película tan aplaudida por aquellos que crean narrativas audiovisuales, hay una escena en la que Jules (Samuel L. Jackson) le explica a Vincent (John Travolta) qué es un piloto.

“bueno, sabes que hay un invento que se llama televisión, pues ahí ponen unos programas…bueno, la manera como ellos deciden hacer una serie de televisión es haciendo un programa, y a ese programa lo llaman piloto. Y ellos muestran ese programa a los televidentes, y dependiendo del gusto de los televidentes ellos deciden si hacen más programas. Algunos son bien aceptados y se convierten en series de televisión, otros no llegan a ninguna parte.”

Esto lo traemos a colación para entender que en otras latitudes quien valida las propuestas no es otro que el real interesado en ellas, es decir el televidente, pues éstos no son pre-pensados como sucede en nuestro tropical terruño.

II. Alrededor de aquellos que denominamos interventores vale la pena anotar dos cosas enunciadas por John Hartley en Los usos de la Televisión.

La primera de ellas es que debemos entender al interventor en su real contexto y diferenciarlo del televidente. Siempre hemos creído que el televidente es consumidor por el simple hecho de consumir televisión, cuando resulta que consumen televisión aquellos que pagan por ello, es decir, los anunciantes que pagan para que sus productos se hagan visibles y los productores que pagan para que la televisión sea hecha en el caso público.

La segunda, en dicho texto el autor describe una experiencia televisiva que poco o nada ha variado alrededor de las problemáticas sociales de la estratificación y sus consecuentes e irremediables consecuencias (ricos más ricos y pobres más pobres).

Housing Problems, un documental de los años treinta describe la experiencia del traslado de hogares de bajos ingresos en Londres a suburbios mejor acondicionados y dispuestos para ello. El documental en sí, como siempre, no solucionó ningún problema, simplemente evidenció una tendencia propagandística de políticas públicas para hacer visibles ciertos planes de gobierno.

“…Housing Problems tenía la intención política de mejorar las condiciones de las familias trabajadoras, pero tuvo el efecto semiótico de no producir soluciones para los problemas, sino de producir víctimas para los expertos.” Según Brian Winston en el libro de 1995 Claiming the real: the documentary Film Revisited “…La victima se convirtió entonces en parte esencial de los documentales realistas.”

Al parecer no es un asunto exclusivo de nuestra sociedad la aproximación (algunas veces morbosa) hacia las problemáticas sociales de las personas de bajos recursos. Estas interventorías están desatendiendo en una doble vía al espectador, pues éste no sólo está siendo poco entretenido con las propuestas tiesas y llenas de “expertos temáticos”, sino que también está siendo tímidamente representado por un medio con fines públicos. Absurdo.

martes, 29 de mayo de 2007

¿Segmentar audiencias o Segregar Públicos? La gran paradoja del uso público de la TV.



Seguramente usted como televidente hace parte de un grupo selecto porque su canal de Televisión predilecto lo señala como público objetivo, o en otros casos como Target, expresión anglosajona con la cual se determina a quien SI y a quien NO se quiere incluir como consumidor de un producto. Seguramente usted como televidente hace parte, como diría una ex – emisora bastante reconocida[1] y recién desaparecida (muy a pesar de muchos pesares), de una inmensa minoría.

Tal vez usted como televidente no conoce de primera mano frases como: nuestra audiencia o nuestro público; términos acuñados por los canales de interés público en circuitos propios a la academia del pensamiento televisivo como foros, conferencias y encuentros donde investigadores y un puñado de estudiantes hablan de sintomatologías propias del repensado cajón del entretenimiento. (Seguramente usted no las conoce porque paradójicamente a aquellos espacios pensados para la construcción del discurso televisivo no asisten televidentes)… !!!!Sin Comentarios!!!!

En la segmentación de las televidencias radica el principal pecado de la televisión de interés público en la actualidad. El camino se ha equivocado y se ha comenzado a segregar públicos. Existe una diferencia sustancial entre las palabras Segmentar y Segregar. Según la Real Academia de la Lengua, Segmentar es dividir en porciones o separar una cosa de un todo; mientras Segregar es separar o apartar una cosa de otra, de algo o de alguien.
Cada vez es más recurrente el uso de términos como nuestro público, nuestra audiencia o nuestros televidentes por parte de quienes orientan las filosofías programáticas de cada canal, introduciendo un estereotipo de televidente propio y otro ajeno.

En la actualidad lo que se puede leer es sin duda una segregación al introducir elementos diferenciadores que establecen relaciones concertadas con un tipo de público, en una comensalía establecida y amparada por discursos, promocionales, publicidad y copys que inciden categóricamente en el establecimiento de sub-televidencias y el sostenimiento de minorías elitarias en algunos casos.[2]

Las repercusiones sociales de esos discursos inciden de manera negativa por generar un barrera en la construcción de una sociedad plural, argumentando que hay un televidente mejor que otro o que un televidente es mejor alfabetizado en sus aprehensiones visuales que otro, lo cual atenta contra la definición de lo público en términos de representación democrática y construcción de la identidad.

La construcción de lo público desde la televisión pública no está obedeciendo al hecho de representar al ciudadano en todas sus manifestaciones, ya que lo estigmatiza, lo marca y no lo acompaña en la elaboración del reconocimiento de su entorno cultural de manera total, ya que éste le está siendo entregado por segmentos. El televidente está siendo pre-pensado a partir de la elaboración de narrativas que promueven la validación de discursos y filosofías administrativas.

La televisión local en la actualidad, por ejemplo, es la respuesta a varios factores que incidieron en la creación de un estereotipo de televisión inteligente. Uno de ellos es el surgimiento de la Comisión Nacional de Televisión, la cual determinó lo apropiado para los televidentes en razón de “…el desarrollo social, cultural e intelectual del televidente y la formación de ciudadanos aptos para la convivencia pacífica, la solidaridad y el respeto mutuo entre los colombianos”…además de “…el pluralismo informativo”, “…la protección de los menores, los jóvenes y la familia”, “…el respeto de lo órbita individual” y “evitando la indebida interferencia del poder político, del gobierno, o del poder económico, con el propósito de garantizar los derechos individuales"[3]
A partir del surgimiento de la CNTV se replantea el uso de lo público abierto televisivo en contraposición de lo privado abierto televisivo, dejando lo educativo, cultural y recreativo a la televisión de interés público y lo entretenido y de consumo a la televisión comercial.

Veamos, según la Comisión Nacional de Televisión la definición de la televisión comercial:

Es la programación destinada a la satisfacción de los hábitos y gustos de los televidentes, con ánimo de lucro, sin que esta clasificación excluya el propósito educativo, recreativo y cultural que debe orientar a toda la televisión colombiana.

Ahora veamos la definición de la televisión de Interés Público, social, educativo y cultural:

Es aquella en la que la programación se orienta en general, a satisfacer las necesidades educativas y culturales de la audiencia.

Según las anteriores definiciones, a partir de redacciones ambiguas, existen los argumentos bajo los cuales se podrían amparar la mayoría de los productores locales (por uso o desconocimiento) para realizar una televisión que no satisface los hábitos y gustos de los televidentes, pues según la CNTV en el artículo 21 sobre la clasificación del servicio en el inciso A, esa tarea es asumida por la televisión comercial. No se indica aquí de ningún modo que no haya una propuesta entretenida en las televisiones de Interés Público, (el nuevo modelo de productos de RTVC y programas como La Sub30 y Culturama en Señal Colombia están sin duda replanteando estos elementos) se indica que es la carencia constante de Ideas y Recursos Expresivos la que parece hablar por ella. Como si la forma de presentar contenidos educativos, y culturales tuviera que ser necesariamente sosa, esquemática y audiovisualmente poco entretenida. Es más, la televisión comercial comparte, por ley, los propósitos educativos, culturales y recreativos de la Televisión de Interés Público, con la ventaja de que cuando los presenta a su audiencia lo hace de manera entretenida. Un ejemplo de ello está en la producción de Ficción “Francisco el Matemático” de RCN. Novela en la cual se estructuraba su contenido a partir de las directrices de una Organización Gubernamental que propendían por el desarrollo de conductas reflexivas de los jóvenes, sin dejar de lado los factores propios de la narración dramática que ha enganchado durante décadas la percepción del televidente (eso en su elaboración audiovisual) y sin dejar de lado el carácter comercial de la productora buscando en su propuesta un mercadeo exitoso para sus anunciantes.[4] En el pasado reciente propuestas como Revivamos nuestra Historia[5] y Yuruparí nos permitieron aproximarnos a temáticas de interés general en historia, geografía y sociedad de una manera entretenida.
Existen obviamente factores que introducen elementos de choque para la variación en la calidad de las ofertas tales como la apertura económica y su consecuente superoferta televisiva, pero esto no debe ser un quiebre o una ruptura para el abandono sistemático de narrativas estructuradas con un alto nivel de contenido y de forma.
La segmentación actual obedece principalmente a la multi-oferta establecida por los canales foráneos y nacionales, sin embargo su contexto definitivamente ha sido obviado y en algunos casos ignorados por las jefaturas de programación en los canales de interés público.
Estamos entonces sembrando un precedente donde los Canales de interés Público, al parecer, son los que desarrollan propuestas de supuestos contenidos inteligentes para una minoría inteligente. La problemática radica en que no se estructura masivamente un discurso sino que se da por sentado que esta oferta televisiva es de éxito. La desinteligencia está en creer saber qué necesita la gran audiencia desconociendo que el televidente siempre será afectivo y emocional a la hora de seleccionar sus programas de predilección.
Se diseñan formatos televisivos de bajo costo en términos de producción, con un contenido rico en información educativa y cultural, pero pobre y de poco impacto en sus narrativas[6].

Valdría bien la pena analizar cuál es el contexto por medio del que la Comisión dice “La televisión pública…debe hacer programas de gran impacto que se conviertan en hechos sociales, que ameriten repetición y se puedan vender internacionalmente, desarrollando los contenidos que la televisión comercial no se atreve a exponer”…

Es importante anotar que todo ciudadano necesita educación y cultura, así sea a través de un receptor de televisión, sin embargo esta oferta se le está entregando con formatos poco atractivos y con contenidos considerados por sus creadores como inteligentes en comparación con los contenidos de la televisión comercial; esto establece una clara diferencia social y psicológica entre un televidente de un canal y otro, es decir los segrega.


[1] Recientemente desapareció de la oferta radiodifundida la emisora HJCK.
[2] Cada vez más aparecen ofertas que desconocen al televidente en las aprehensiones socioculturales que le han sido propias. Según Guillermo Orozco Gómez “actualmente no goza de legitimidad social el modelo de TV pública orientado a minorías, a las cuales se ofrecen contenidos elitarios de Alta Cultura. Valerio Fuenzalida cita al ex - director de canal 13 de Costa Rica quien de manera tajante en afirma “una televisión de minorías ilustradas tiene sin duda derecho a la existencia pero no puede ser prioridad del estado”
[3] Tomado de Orientaciones y contenido básico de la Ley integral de Televisión, Comisión Nacional de Televisión; Bogotá agosto de 2002
[4] Salió al aire en 1999, tomando como punto de partida argumental una investigación realizada por el Instituto Distrital de Educación (IDEP), que recopiló historias y anécdotas de cerca de 40 docentes de escuelas públicas de Bogotá. Francisco, El Matemático implementa el esquema de edu-entretenimiento para la formación de jóvenes. De esta manera lleva a cabo acciones orientadas a la prevención de la violencia intrafamiliar y la transformación de algunos de los comportamientos asumidos como propios de la cultura colombiana. La serie ilustra algunas problemáticas de la vida escolar como la violencia, la fármaco dependencia, la sexualidad, discriminación, salud mental, imagen y rol del maestro, relación escuela comunidad y uso del tiempo libre. Fuente: http://www.comminit.com/la/descripciones/lapdscolom/descripciones-640.html
[5] En 1982 este seriado se ocupó de indagar en nuestro pasado histórico. Gracias a la acertada dirección de Jorge Alí Triana, al aporte de la Academia Colombiana de Historia, a un inmejorable elenco y a la excelente ambientación, Revivamos nuestra historia sería una de las propuestas más interesantes en la historia de la televisión colombiana. Fuente:http://www.museovintage.com/imagenes/1980_revivamos.htm

[6] En Colombia según el Plan de Desarrollo de la Televisión 2004 – 2007 de la Comisión Nacional de Televisión, para el año 2007 se presupuestaron ocho mil cien millones de pesos (8.100´000.000) para proyectos de desarrollo de la televisión regional. Pág. 109. Sin embargo es común ver espacios patrocinados por estos fondos y que en su mayoría consisten en programas de entrevistas tipo magazín con invitados en estudio, los cuales no tienen mayores costos de producción, y peor aun, no generan ningún impacto social que cautive esa audiencia a la cual apela el mismo Plan de Desarrollo.

viernes, 25 de mayo de 2007

El placer Catódico de la TV.

Maneras de entender N vacíos de lo inacabado.

“…El tubo de rayos catódicos (TRC)

Es una ampolla de vidrio en cuyo interior se ha hecho el vacío y donde se va a formar la imagen…”.

Con ésta sencilla pero elocuente definición se puede describir el establecimiento de la televisión como quintaesencia de la creación humana.

Una vez saltadas todas las trampas tecnológicas que llevaron al hombre a industrializar la captura de sus imágenes a partir de la electricidad, el Tubo de Rayos Catódicos fue el invento que impulsó el total alquímico de las videncias modernas hacia el TV. Un mecanismo de domesticación que desplazó el entretenimiento al interior de los hogares; algo hasta ahora sólo tocado tímidamente por los periódicos y la radio. Aún hoy con la aparición del Plasma como alternativa de recepción y los nuevos pilares multimediales como el MP4, la mayoría de nuestros aparatos televisivos sustentan su funcionamiento en el TRC, una ampolla de vidrio donde a partir de la formación de un vacío se produce la mágica creación de las imágenes. Es esta definición la extensión metafórica perfecta para entender que la construcción de la televisión en todos sus sentidos es una constante de lo inacabado. Aunque pretendamos definirla en su totalidad, son sus carencias totales las que la redefinen.

En el vacío se formará la imagen equivale a la formula aplicada por Godard para la creación de sus narrativas audiovisuales “…no debemos pensar en imágenes justas, debemos pensar justamente en las imágenes”.1

La televisión ha sido y será un vacío inacabado donde siempre se formarán nuevas imágenes. Pero sólo podremos entender ese vacío en tanto entendamos que se necesita de un productor y un espectador de imágenes, de un escritor y un lector de narrativas, de un cátodo y un ánodo de la sinergia emocional mediática. Es en ese vacío donde se han creado por igual contextos y conceptos para aquellos que piensan este mecanismo de abstracción e inserción social (algunas veces a medias tintas); es allí donde se han creado formas y contenidos que nutren la persistencia retiniana del espectador en sus valores estético emocionales (fin último y definitivo que a veces erróneamente tratamos de encauzar indicándole el objeto de su mirada). Después de un desbordante e imparable acopio de desarrollos tecnológicos, que incluyen al video como el sello que perpetuaría la magnificencia del invento, hemos encontrado en la TV. el objeto de estudio social que resume nuestra pluricultural sociedad, y paulatinamente hemos hallado las fisuras de la desbordante oferta televisiva que invade día a día nuestros hogares. Después de establecida su cartografía hemos comenzado a descontextualizarla como objeto de estudio antropológico.

En ese proceso de de-fragmentación para entender el vacío de lo inacabado, hemos hecho el más importante y paradójico de los hallazgos: ¡El Televidente!

El televidente, sujeto que en sus primeros años era obviado y pre-pensado por los creativos televisivos. Ese al cual se le hablaba a partir de un manual de escritura supuesto para su lectura.

Ni la sugerencia y menos la sugestión hacían parte del alfabeto ecuménico de la TV. para sus televidentes.2 En un proceso anti- democrático que menosprecia el individuo delimitándolo a significar tan sólo el número de una encuesta de sintonía, el televidente fue convertido en el receptor catódico/pasivo de los placeres de la televisión. Pero el televidente comenzó a aprenderse el libreto, comenzó a dudar y a mirar con sorna de sospecha la asepsia en la imagen del cajón. Las constantes formulas industrializadas lo hicieron emigrar a otros lugares para entretenerse. ¿Qué haría usted de terminar atorado en un paraje aislado mediáticamente y sólo tuviera una revista para leer una y otra vez durante años? ¿Acaso no sería feliz de encontrarse con el recipiente de algún medicamento para leer su composición, contraindicación y fecha de vencimiento? Una vez reconocemos por la costumbre una cartografía establecemos con ella una relación hermeneuta que indiferencia la novedad. Una vez que conocemos las reglas del juego hasta ganarlo, inmediatamente queremos jugar un juego completamente distinto.3

En el vacío se creará la imagen; en esa ausencia y ese paisaje árido de contraculturas el espectador halla respuestas y nuevos caminos que encausan su mirada y renuevan su dinámica interacción (si acaso existe) con su aparato de recepción. Allí donde estamos aprendiendo a releer nuestro espectador final, hemos comenzado una nueva interacción derivada del fantástico e inagotable planteamiento de Michel Foucault: La relación del Saber y el Poder. Necesitaremos ejemplos.

La transmisión de los Juegos Olímpicos en Alemania en la década de los treinta sirvió como propaganda en la construcción hegemónica Nazi, pero un atleta afro americano gringo se les atravesó en el camino, captó la atención televisiva y debieron invadir a tiro de metralla Polonia. Nixon parafraseo su demagogia en el primer debate político televisado, pero no contaba con la sonrisa de un tal JF Kennedy, sujeto que definiría el significado del término carisma televisivo. El M19 en Colombia se tomaría el palacio de justicia en un acto de poder mediático que tan sólo podía ser borrado por un cataclismo. Y llego Armero.

Aún hoy, se desata un escándalo de proporciones inobjetables, capaz de hacer sucumbir los pilares del poder ejecutivo, y aparece después de nueve años de secuestro un agente de policía. En todos estos casos el televidente forma parte activa al tomar partido o dejarse encausar inalterablemente.

Pero esto es tan sólo una escarcha de esa punta del iceberg que debemos construir en el vacío que constituye la democracia catódica del ciudadano. El creer o no creer en los medios, en especial la TV. es solo una parte; representar o no representar deberá ser el fundamento. ¿Existirá esa evolución natural, electromagnética y ahora digital que permitirá al televidente un reencuentro democrático con esa televisión que le ofertamos? La respuesta es afirmativa, pero no le es común a la tecnocracia burocrática de la televisión en la actualidad.

El vacío ha dado paso definitivos e inobjetables en la creación de esa Democracia, lamentablemente esos pasos, que significan sugerencias, como la de Godard, están siendo constantemente obviados por la compleja trama creada a partir de la superoferta televisiva. Actuamos frente a un supuesto: El claro e inobjetable conocimiento del televidente. Los programas contienen lo que el televidente quiere y necesita. Desconocemos, luego de estructurar los paradigmas tecnológicos a partir de los cuales creamos nuestras nuevas narrativas, que el televidente se convirtió en lector experto. El libreto provenía de los géneros y consecuentes sub-géneros (informativos, culturales de ficción y entretenimiento, educativos). Entonces apareció la televisión Real. Necesitamos más ejemplos.

Desde de la aparición estereotipada de Endemol y su Big Brother mucha tinta ha corrido bajo el puente de los eruditos “conocedores” de la televisión, la mayoría basada en los juicios morales derivados del lenguaje “explicito” de este inmoral y poco ético nuevo género. Algunos nos preguntamos entonces si la vida real no era lo suficientemente explicita. El recambio e estas narrativas fue catapultar la necesidad de obviar ese mecanismo de inserción aséptico y mentiroso de la retina del televidente. Pero Big Brother no fue la génesis; desde las “Actualidades Cinematográficas”, anticipo de los noticieros donde se le informaba en cortos documentales de cine a la gente sobre la actualidad, el hombre accedió con soltura a su propia realidad. Los programas de concurso y finalmente los videos de Hidden Cameras que derivaron en los Funniest Home Videos le otorgaron el poder de la creación al televidente; ese que veía sus propios videos, hechos con sus propias cámaras, a través del mismo aparato donde veía esa TV. delimitada por la limpieza de sus formas y contenidos.

El punto final en la construcción de esa televisión Real fue precisamente la posibilidad de volver cada vez más portátiles y ligeras las cámaras. La transmisión de eventos deportivos donde el televisor se convertiría en un apéndice mediático de euforias ajenas, se trasladó a otros eventos de emociones encontradas como la explosión en vivo del Challenger en 1986 y la persecución por las calles de Los Ángeles de O.J. Simpson en 1994, siendo esta último evento, en definitiva, el vacío a través de la cual se crearía una nueva imagen llamada televisión Real, aquella donde nos redescubrimos como seres de carne y hueso con Real World, Survivor, American Idol y toda la televisión que ha encontrado la redefinición de la democracia en mostrar nuestros vecinos y amigos tal cual son, o aparentan ser. Es este uno de los recambios que redefinen la imagen creada en un vacío. No es gratuita la aparición de 24, Lost, Prison Break, Six Feet Under y Desperate Housewives; aun las series se han redefinido radicalmente y sus personajes se parecen tanto a los participantes de los realities que ya no diferenciamos las premisas dramáticas de unos de las acciones de otros. El Vacío crea una imagen y a partir de ella construimos un nuevo paisaje. Incluso un nuevo discurso.

El siguiente paso estará seguramente en la multimedialidad, pero aún el IPod MP4 tiene que tartamudear sus ideas hasta hacer aparecer el Holograma de Álvaro Uribe al pie de nuestra cama con la opción de apagarlo de un zapatazo.

[1] Años después Gilles Deleuze rebanaría este potente aforismo invitando a la filosofía contemporánea a hacer lo mismo con las ideas…”las ideas justas son ideas que se ajustan a las significaciones dominantes, a las consignaciones establecidas.”…”debemos jugar al tartamudeo de las ideas, debemos pensar justamente en las ideas”.

[2]
La serie de televisión francesa “seis por dos” de Godard, indicó algo que desconocemos día a día en el desarrollo de la idea y los recursos expresivos audiovisuales de la TV.: La sugerencia y la Sugestión. Godard adjudica al aparato receptor la capacidad de vislumbrar la posibilidad de saltar sus reglas, de establecer nuevas escrituras para un espectador inteligible.


[3] El pasado 8 de mayo un artículo de David Bauer fue publicado por varios portales de noticias, su título: Where have the TV viewers gone? En él se describe como algunas familias se han dedicado a actividades diferentes a sentarse al frente de su TV., una de estas familias por ejemplo describía que “era increíble la atención provocada con la aparición de la serie 24”, lo increíble es notar que 24 sigue al aire pero sus seguidores ahora son menos.

"I remember when `24' was on, that was something there was a lot of interest and excitement about," he said. News flash: "24" is still on. Its ratings are down, too, amid a critically savaged season.