Seguramente usted como televidente hace parte de un grupo selecto porque su canal de Televisión predilecto lo señala como público objetivo, o en otros casos como Target, expresión anglosajona con la cual se determina a quien SI y a quien NO se quiere incluir como consumidor de un producto. Seguramente usted como televidente hace parte, como diría una ex – emisora bastante reconocida[1] y recién desaparecida (muy a pesar de muchos pesares), de una inmensa minoría.
Tal vez usted como televidente no conoce de primera mano frases como: nuestra audiencia o nuestro público; términos acuñados por los canales de interés público en circuitos propios a la academia del pensamiento televisivo como foros, conferencias y encuentros donde investigadores y un puñado de estudiantes hablan de sintomatologías propias del repensado cajón del entretenimiento. (Seguramente usted no las conoce porque paradójicamente a aquellos espacios pensados para la construcción del discurso televisivo no asisten televidentes)… !!!!Sin Comentarios!!!!
En la segmentación de las televidencias radica el principal pecado de la televisión de interés público en la actualidad. El camino se ha equivocado y se ha comenzado a segregar públicos. Existe una diferencia sustancial entre las palabras Segmentar y Segregar. Según la Real Academia de la Lengua, Segmentar es dividir en porciones o separar una cosa de un todo; mientras Segregar es separar o apartar una cosa de otra, de algo o de alguien.
Cada vez es más recurrente el uso de términos como nuestro público, nuestra audiencia o nuestros televidentes por parte de quienes orientan las filosofías programáticas de cada canal, introduciendo un estereotipo de televidente propio y otro ajeno.
En la actualidad lo que se puede leer es sin duda una segregación al introducir elementos diferenciadores que establecen relaciones concertadas con un tipo de público, en una comensalía establecida y amparada por discursos, promocionales, publicidad y copys que inciden categóricamente en el establecimiento de sub-televidencias y el sostenimiento de minorías elitarias en algunos casos.[2]
Las repercusiones sociales de esos discursos inciden de manera negativa por generar un barrera en la construcción de una sociedad plural, argumentando que hay un televidente mejor que otro o que un televidente es mejor alfabetizado en sus aprehensiones visuales que otro, lo cual atenta contra la definición de lo público en términos de representación democrática y construcción de la identidad.
La construcción de lo público desde la televisión pública no está obedeciendo al hecho de representar al ciudadano en todas sus manifestaciones, ya que lo estigmatiza, lo marca y no lo acompaña en la elaboración del reconocimiento de su entorno cultural de manera total, ya que éste le está siendo entregado por segmentos. El televidente está siendo pre-pensado a partir de la elaboración de narrativas que promueven la validación de discursos y filosofías administrativas.
La televisión local en la actualidad, por ejemplo, es la respuesta a varios factores que incidieron en la creación de un estereotipo de televisión inteligente. Uno de ellos es el surgimiento de la Comisión Nacional de Televisión, la cual determinó lo apropiado para los televidentes en razón de “…el desarrollo social, cultural e intelectual del televidente y la formación de ciudadanos aptos para la convivencia pacífica, la solidaridad y el respeto mutuo entre los colombianos”…además de “…el pluralismo informativo”, “…la protección de los menores, los jóvenes y la familia”, “…el respeto de lo órbita individual” y “evitando la indebida interferencia del poder político, del gobierno, o del poder económico, con el propósito de garantizar los derechos individuales"[3]
A partir del surgimiento de la CNTV se replantea el uso de lo público abierto televisivo en contraposición de lo privado abierto televisivo, dejando lo educativo, cultural y recreativo a la televisión de interés público y lo entretenido y de consumo a la televisión comercial.
Veamos, según la Comisión Nacional de Televisión la definición de la televisión comercial:
Es la programación destinada a la satisfacción de los hábitos y gustos de los televidentes, con ánimo de lucro, sin que esta clasificación excluya el propósito educativo, recreativo y cultural que debe orientar a toda la televisión colombiana.
Ahora veamos la definición de la televisión de Interés Público, social, educativo y cultural:
Es aquella en la que la programación se orienta en general, a satisfacer las necesidades educativas y culturales de la audiencia.
Según las anteriores definiciones, a partir de redacciones ambiguas, existen los argumentos bajo los cuales se podrían amparar la mayoría de los productores locales (por uso o desconocimiento) para realizar una televisión que no satisface los hábitos y gustos de los televidentes, pues según la CNTV en el artículo 21 sobre la clasificación del servicio en el inciso A, esa tarea es asumida por la televisión comercial. No se indica aquí de ningún modo que no haya una propuesta entretenida en las televisiones de Interés Público, (el nuevo modelo de productos de RTVC y programas como La Sub30 y Culturama en Señal Colombia están sin duda replanteando estos elementos) se indica que es la carencia constante de Ideas y Recursos Expresivos la que parece hablar por ella. Como si la forma de presentar contenidos educativos, y culturales tuviera que ser necesariamente sosa, esquemática y audiovisualmente poco entretenida. Es más, la televisión comercial comparte, por ley, los propósitos educativos, culturales y recreativos de la Televisión de Interés Público, con la ventaja de que cuando los presenta a su audiencia lo hace de manera entretenida. Un ejemplo de ello está en la producción de Ficción “Francisco el Matemático” de RCN. Novela en la cual se estructuraba su contenido a partir de las directrices de una Organización Gubernamental que propendían por el desarrollo de conductas reflexivas de los jóvenes, sin dejar de lado los factores propios de la narración dramática que ha enganchado durante décadas la percepción del televidente (eso en su elaboración audiovisual) y sin dejar de lado el carácter comercial de la productora buscando en su propuesta un mercadeo exitoso para sus anunciantes.[4] En el pasado reciente propuestas como Revivamos nuestra Historia[5] y Yuruparí nos permitieron aproximarnos a temáticas de interés general en historia, geografía y sociedad de una manera entretenida.
Existen obviamente factores que introducen elementos de choque para la variación en la calidad de las ofertas tales como la apertura económica y su consecuente superoferta televisiva, pero esto no debe ser un quiebre o una ruptura para el abandono sistemático de narrativas estructuradas con un alto nivel de contenido y de forma.
La segmentación actual obedece principalmente a la multi-oferta establecida por los canales foráneos y nacionales, sin embargo su contexto definitivamente ha sido obviado y en algunos casos ignorados por las jefaturas de programación en los canales de interés público.
Estamos entonces sembrando un precedente donde los Canales de interés Público, al parecer, son los que desarrollan propuestas de supuestos contenidos inteligentes para una minoría inteligente. La problemática radica en que no se estructura masivamente un discurso sino que se da por sentado que esta oferta televisiva es de éxito. La desinteligencia está en creer saber qué necesita la gran audiencia desconociendo que el televidente siempre será afectivo y emocional a la hora de seleccionar sus programas de predilección.
Se diseñan formatos televisivos de bajo costo en términos de producción, con un contenido rico en información educativa y cultural, pero pobre y de poco impacto en sus narrativas[6].
Valdría bien la pena analizar cuál es el contexto por medio del que la Comisión dice “La televisión pública…debe hacer programas de gran impacto que se conviertan en hechos sociales, que ameriten repetición y se puedan vender internacionalmente, desarrollando los contenidos que la televisión comercial no se atreve a exponer”…
Es importante anotar que todo ciudadano necesita educación y cultura, así sea a través de un receptor de televisión, sin embargo esta oferta se le está entregando con formatos poco atractivos y con contenidos considerados por sus creadores como inteligentes en comparación con los contenidos de la televisión comercial; esto establece una clara diferencia social y psicológica entre un televidente de un canal y otro, es decir los segrega.
[1] Recientemente desapareció de la oferta radiodifundida la emisora HJCK.
[2] Cada vez más aparecen ofertas que desconocen al televidente en las aprehensiones socioculturales que le han sido propias. Según Guillermo Orozco Gómez “actualmente no goza de legitimidad social el modelo de TV pública orientado a minorías, a las cuales se ofrecen contenidos elitarios de Alta Cultura. Valerio Fuenzalida cita al ex - director de canal 13 de Costa Rica quien de manera tajante en afirma “una televisión de minorías ilustradas tiene sin duda derecho a la existencia pero no puede ser prioridad del estado”
[3] Tomado de Orientaciones y contenido básico de la Ley integral de Televisión, Comisión Nacional de Televisión; Bogotá agosto de 2002
[4] Salió al aire en 1999, tomando como punto de partida argumental una investigación realizada por el Instituto Distrital de Educación (IDEP), que recopiló historias y anécdotas de cerca de 40 docentes de escuelas públicas de Bogotá. Francisco, El Matemático implementa el esquema de edu-entretenimiento para la formación de jóvenes. De esta manera lleva a cabo acciones orientadas a la prevención de la violencia intrafamiliar y la transformación de algunos de los comportamientos asumidos como propios de la cultura colombiana. La serie ilustra algunas problemáticas de la vida escolar como la violencia, la fármaco dependencia, la sexualidad, discriminación, salud mental, imagen y rol del maestro, relación escuela comunidad y uso del tiempo libre. Fuente: http://www.comminit.com/la/descripciones/lapdscolom/descripciones-640.html
[5] En 1982 este seriado se ocupó de indagar en nuestro pasado histórico. Gracias a la acertada dirección de Jorge Alí Triana, al aporte de la Academia Colombiana de Historia, a un inmejorable elenco y a la excelente ambientación, Revivamos nuestra historia sería una de las propuestas más interesantes en la historia de la televisión colombiana. Fuente:http://www.museovintage.com/imagenes/1980_revivamos.htm
[6] En Colombia según el Plan de Desarrollo de la Televisión 2004 – 2007 de la Comisión Nacional de Televisión, para el año 2007 se presupuestaron ocho mil cien millones de pesos (8.100´000.000) para proyectos de desarrollo de la televisión regional. Pág. 109. Sin embargo es común ver espacios patrocinados por estos fondos y que en su mayoría consisten en programas de entrevistas tipo magazín con invitados en estudio, los cuales no tienen mayores costos de producción, y peor aun, no generan ningún impacto social que cautive esa audiencia a la cual apela el mismo Plan de Desarrollo.