miércoles, 20 de abril de 2011

La televisión, la comunidad, lo público y lo no tan público de nuevo por acá.

Bastará con decir que por acá estamos de nuevo. En un momento en el que consideramos que mucha teoría ha corrido bajo el puente de nuestra formación, y en un lugar que nos invita a reflexionar a plenitud las dinámicas televisivas. Nada como regresar a la academia, para entender y reafirmar las razones por las cuales hemos asegurado, sin temor a equívocos, que la televisión de interés público, social, educativo y cultural en Colombia, es bastante ineficaz y de dudosa calidad.
Es estimulante que después de este largo recorrido, nos hayamos topado en algunos recodos con personas como Omar Rincón o Jorge Iván Bonilla. Es vibrante encontrar personas que con su aliento han sido mucho más que “pares académicos”. Han sido cómplices y en ocasiones “ilustradores” que han dibujado otras rutas para entender entre todos por qué no vemos esa televisión que otros, desde su miopía comunicativa, llaman la televisión “inteligente”.
Nuestra pausa en el blog es fruto de largas trasnochadas en tesis, artículos y vaivenes propios del qué hacer televisivo. Ha llegado el momento de decir, de nuevo, que nos encontramos ad portas de cambios (incomprendidos unos y desestimados otros) y por lo tanto, es justo y necesario que pensemos en comunidad los alcances socioculturales que conllevan. Luego de dos años, donde hemos trabajado en nuevas investigaciones y propuesto nuevas series para televisión, hemos decidido enfocar nuestras energías en la formación; ¿por qué? ¡Somos altruistas de corazón y oficio!, y claro, son muchos los dogmas, los esquemas y las posturas incorregibles (carentes de evidencias argumentativas solidas) que empujan nuestra decisión.
Estamos a sus órdenes en el programa de Comunicación y Lenguajes Audiovisuales de la Universidad de Medellín, donde queremos formar nuevas generaciones de realizadores y autores audiovisuales dispuestos a sentir que la comunicación televisiva, más que un discurso cerrado es un diálogo en el que convenientemente entendemos las expectativas del televidente. (es increible que en una era donde la convergencia es casi una acción diaria, todavía repitamos esquemas de una vía, convencidos de “hacer bien” sin saber “a quién”).
Por acá estamos, convencidos que la desvencijada y burócrata Comisión Nacional de Televisión solo contribuye en aforismos fútiles y testigos de muchos que quieren escribir sobre el agua sobre las posibilidades, oportunidades y retos de una cosa que no existe como es la TDT.
Buenas noticias vendrán, porque queremos fortalecer con entusiasmo la red de académicos que no repiten “adornianas” sobrediagnosticaciones alrededor de lo “bueno” o lo “malo” de la televisión, y en esa tarea, los beneficiados serán aquellos que siempre hemos querido que se sientan beneficiarios y dueños de lo público: los televidentes.
Mauricio V.

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